sábado, 12 de febrero de 2011

Pan de Maíz (Broa de Milho)

Historia de una ida y una vuelta
Crónicas de una ausencia (I)
Siempre me he preguntado qué es lo que hace tan dolorosas las despedidas, tan angustiosas las marchas, temporales o permanentes. Antes, solo dejaba que ese dolor me invadiera un instante. Las dudas de qué podía producirlo quedaban relegadas por la emoción del momento y la tristeza pasaba tan rápido como había llegado.
La ausencia, la confirmación de que esta se producirá de manera permanente o durante un tiempo mas o menos largo, es lo que provoca esa repentina oleada de dolor.
No nos damos cuenta de lo que echamos de menos a una persona hasta que no tenemos la absoluta certeza de que no la volveremos a ver en un largo tiempo, siempre es largo cuando el que cuenta las horas, días, semanas, meses… eres tú, cuando los días posteriores a su marcha, cada mañana, al levantarte miras al interior de su habitación y no la encuentras, cuando su cama esta vacía una mañana tras otra, cuando no oyes su voz, su risa, sus alegrías y sus enfados.
Tan solo han pasado seis días desde que uno de los pilares de mi vida inicio su marcha a otro país para estudiar, seis días, pero seis años sabiéndola cerca no se me hubieran antojado más largos.
Porque su ausencia duele, y es un dolor que se te mete en lo más hondo de tu ser y te provoca un vacio que sube desde tus entrañas, que impide la entrada de aire en tu pecho y que ahoga las palabras en tu garganta, es un vacio que desearías arrancar de ti pero esta tan profundamente enquistado en tu interior qué te ves incapaz de llegar a él.
Me pregunto cuánto tiempo pasará hasta no notar su ausencia, hasta que el eco de su voz se diluya por el pasillo, hasta que de la retina de la memoria se borre la imagen del desorden de su habitación, nunca habría creído posible el echar de menos ese desorden que tantas veces la he reprochado, hasta que su presencia deje de ser tangible. Espero que nunca en los cinco meses (menos seis días) que restan para su regreso, porque aunque su ausencia duela, ese dolor no es malo, no, ese dolor mantiene viva la llama de su luz en mi corazón y aunque queme, reconforta.
Seis días y ya me parecen una eternidad, seis días y ya he empezado a marcarlos en el muro de mi prisión como un reo de folletín. No quiero ni contar los días que faltan para volver a verla, para oír su voz, para poder tocarla, abrazarla, besarla.

Anna, te quiero.
P.D. hasta dentro de un mes y medio, muxu bat
La receta va por ti.

Pan de Maíz (Broa de Milho)

Ingredientes.
225 gr de harina fina de maíz de cultivo ecológico, 300 gr de harina bio de fuerza, 200 gr de masa madre (MaMa), 365 gr de agua, 10 gr de sal marina, aceite de oliva virgen extra (AOVE)
Elaboración.
Una hora u hora y media antes en un cazo ponemos a hervir 300 de los 365 grs de agua, cuando hiervan los echamos encima de la harina de maíz, removemos bien con una cuchara de madera hasta que este homogénea y sin grumos, cubrimos y reservamos.
En un bol ponemos la harina de fuerza y la MaMa, añadimos el resto del agua y la harina escaldada de maíz, mezclamos bien para que no haya grumos, tapamos y dejamos reposar 20 minutos, pasado este tiempo añadimos la sal y una cucharada de AOVE, amasamos hasta la completa integración de la sal en la masa, tapamos y dejamos reposar 10 minutos, engrasamos la superficie donde amasemos con unas gotas de AOVE sacamos la masa y procedemos a realizar un amasado suave y corto ( de 15 segundos más o menos), boleamos y la ponemos en un bol limpio y engrasado con AOVE, tapamos y repetimos la operación de descanso y amasado tres veces más.
Volvemos a poner la masa en el bol y dejamos que repose 30 minutos, la sacamos, extendemos suavemente con las manos hasta formar un rectángulo y doblamos en tres partes plegándola como si fuera una carta, es decir el tercio superior hacia el centro y el inferior cubriendo este, repetimos con el tercio derecho hacia el centro y el izquierdo cubriéndolo.
Ponemos la masa en el bol engrasado con los pliegues hacia abajo y repetimos la operación de estirado y plegado dos veces más en intervalos de 30 minutos. Dejamos reposar en un bol tapado durante dos horas más o hasta que doble su tamaño. Pasado este tiempo formamos el pan, bola, barra etc… y dejamos reposar otras dos horas o hasta que vuelva a doblar su tamaño.
Introducimos en el horno precalentado a 250 grados, vaporizamos cada cinco minutos durante los primeros 15 minutos, bajamos la temperatura a 200 grados y horneamos durante 35 minutos más. Sacamos el pan, golpeamos su base y si suena a hueco lo ponemos a enfriar en una rejilla, si no suena metemos en el horno unos minutos más.


Juanjo y Angels.